Esta vez nos esperaba un cole escondido entre los callejones de Narlai, será una escuela de niñas de edades comprendidas entre los 3 y los 12 años. Alguna vecina y alguna madre se acomodaría entre el público formado delante de una pequeña escalinata que conducía a un nuevo y estrecho porche construido bajo unos pilares de obra entre los que nos dispondríamos para ser visibles a la población escolar.
Aquí tendríamos luz, por lo que montamos el dispositivo de sonido entre todo el equipo de mft en cuestión de minutos.
Sin muchos miramientos ni presentaciones, el camonacho comenzó a sonar y una tras otras, las cancionones del show, volvían a buscar la interacción entre asistentes y elenco de artistas. Una escuela pelín más participativa se iba disponiendo a recibir nuestras propuestas, haciendo que el espectáculo fuera tomando la forma más o menos esperada.
Algún forcejeo por aquí para hacerles bailar, algún aplauso por allá para premiar la respuesta y poco a poco el espectáculo daba a su fin.
Vemos que la complicidad con los asistentes más marchosos anima al resto del grupo a soltarse más entre las canciones y bailes... y como no, las mágicas pompas de jabón que acababan haciendo que todos participaran del juego de celebrar y reventar las que conseguían mantenerse hinchadas algún segundo más de la cuenta.
Finalizado el espectáculo, los alumnos recogían sus carteras y comenzaban a desfilar por la estrechita puerta de barritas de aluminio que separaba el patio principal de la callejuela que los repartiría hasta sus casas.
Cansados por las dos actuaciones realizadas durante la mañana, cargamos el jeep con el material de sonido y tomamos el camino de regreso al hotel donde el dispositivo de turbantes rojos de su staff nos acogería para la comida en el solitario comedor de la residencia.
No sabemos que tendría la comida del lugar, pero nos hacía entonar las canciones de las bandas sonoras de los musicales más conocidos justo en la sobremesa entre cafés (para los que teníamos mejor el estómago) y black tees (para los que no tenían esa fortuna tan apreciada en la especiada y picante India).
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